¿Cuáles son los efectos a largo plazo del abuso de la metanfetamina?



El abuso extendido de la metanfetamina tiene muchas consecuencias negativas, incluyendo la adicción. La adicción es una enfermedad crónica con recaídas, caracterizada por la búsqueda y uso compulsivo de la droga y que está acompañada por cambios funcionales y moleculares en el cerebro. Además de la adicción a la metanfetamina, los abusadores crónicos de la droga demuestran síntomas que pueden incluir ansiedad, confusión, insomnio, trastornos emocionales y comportamiento violento. También pueden demostrar varias características psicóticas, incluyendo la paranoia, alucinaciones auditivas y visuales, y delirio (por ejemplo, la sensación de que insectos le caminan por debajo de la piel). Los síntomas psicóticos a veces duran hasta meses o años después de haber dejado de usar la metanfetamina y se ha comprobado que el estrés precipita una recurrencia de la psicosis por metanfetamina en los antiguos abusadores psicóticos de esta droga. Con el abuso crónico, se puede desarrollar una tolerancia a los efectos placenteros de la metanfetamina. 


Con el fin de intensificar los efectos deseados, los abusadores pueden tomar dosis más altas de la droga, consumirla con más frecuencia o cambiar el método de administración. El síndrome de abstinencia ocurre cuando el abusador crónico deja de usar la droga y entre sus síntomas están la depresión, la ansiedad, el agotamiento y un deseo vehemente por la droga (“craving”). 







Entre los efectos a largo plazo se incluyen: 



Adicción 
Psicosis, incluyendo 
paranoia 
alucinaciones 
actividad motora repetitiva 
Cambios en la estructura y función del cerebro 
Pérdida de memoria 
Comportamiento agresivo o violento 
Trastornos emocionales 
Graves problemas dentales 
Pérdida de peso 




El abuso crónico de metanfetamina también cambia de manera significativa al cerebro. Específicamente, los estudios de imágenes cerebrales han demostrado alteraciones en la actividad del sistema de dopamina que están asociadas con una disminución en la velocidad motriz y un deterioro en el aprendizaje verbal. Los estudios recientes de abusadores crónicos de metanfetamina también revelan severos cambios estructurales y funcionales en las áreas del cerebro asociadas con las emociones y la memoria, lo que puede explicar muchos de los problemas emocionales y cognitivos que se observan en los abusadores crónicos de metanfetamina. 





Afortunadamente, algunos de los efectos del abuso crónico de metanfetamina parecen ser por lo menos parcialmente reversibles. Un estudio reciente de neuroimágenes mostró una recuperación en algunas regiones del cerebro después de una abstinencia prolongada (a los dos años, pero no a los seis meses). Esta recuperación estaba asociada con un mejor rendimiento en las pruebas motoras y de memoria verbal. Sin embargo, no se observó una recuperación de la función en otras regiones del cerebro ni siquiera después de dos años de abstinencia, lo que indica que algunos de los cambios inducidos por la metanfetamina son de larga duración. Es más, el riesgo mayor de un ataque al cerebro o apoplejía por abuso de la metanfetamina puede llevar a un daño irreversible del cerebro. La metanfetamina es una droga ilegal del mismo tipo que la cocaína y otras potentes drogas callejeras. Tiene muchos sobrenombres: met, ice, glass o anfetas que es el más común. 




La metanfetamina de cristal la consumen individuos de todas las edades, pero se usa principalmente como una “droga de discoteca” tomada durante fiestas en clubes nocturnos o en fiestas rave (fiestas caracterizadas por música electrónica de baile rápido, espectáculos de luces y que pueden durar toda la noche). Sus nombres callejeros más comunes son ice o glass.






Es una sustancia química peligrosa y potente y, al igual que todas las drogas, un veneno que primero actúa como estimulante pero luego comienza a destruir el cuerpo sistemáticamente. Por lo tanto, se asocia con condiciones graves de salud, incluyendo pérdida de la memoria, agresión, comportamiento psicótico y daño potencial al corazón y al cerebro.

por ASHLEY PORRAS 

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